Se introdujo las bolas chinas metálicas, terminó de vestirse y se colocó cuidadosamente la tiara que coronaba su cabeza.
Se llevó una mano a su cuello desnudo; era la primera vez que se había quitado Su collar y se sentía extraña. Como desprotegida sin él. Arregló un poco los pliegues del vestido y se dispuso a salir.
Fuera la esperaba ya el coche adornado con hermosas flores y grandes lazos blancos, que la llevaría a su destino acompañada de su mejor amiga, cómplice y dama de honor…
- “¿Llevas lo que te pedí?”- le preguntó antes de subir…
- “Tranquila, aquí la tengo”- le contestó la chica mostrándole una bonita bolsa decorada…
Al llegar y aún dentro del coche, la chica sacó lo que llevaba dentro de la bolsa, que no era más que una larga cinta de raso blanca…
- “¿Estás segura de que esto es lo que quieres…?
- “Segurísima… Hazlo por favor…”- le dijo colocando ambos brazos estirados a su espalda…
Bajó del coche ayudada por su fiel cómplice y permaneció unos minutos a la entrada de la catedral oyendo el murmullo de los impacientes invitados, con las piernas temblando y el corazón galopándole en el pecho…
Y llenando sus pulmones con todo el aire del que pudo, se dispuso a entrar…
El Canon de Pachelbel empezó a sonar en cuanto comenzó a avanzar hacia el altar. Seguramente había sido cosa de Él…Sabía que le encantaba esa canción…
A medida que iba avanzando por el largo pasillo franqueado por emperifollados invitados al evento, el silencio se fue haciendo sepulcral. Seguramente causado por la visión de una novia que caminaba hacia el altar con los brazos atados a la espalda, la cabeza baja y la mirada fija en el suelo.
Al llegar al altar se arrodilló ante su Señor y besó Sus pies ante el asombro generalizado de amigos y familiares, y permaneció allí arrodillada hasta el final de la ceremonia…hasta que Su Señor puso en su cuello la cinta de terciopelo beige con argolla de plata que haría las veces de alianza de bodas y le colocó el bocado…
Una vez en el coche de camino hacia el ágape, su Señor le ordenó abrir las piernas y metiendo hábilmente la mano entre sus faldas, sacó cuidadosamente las bolas y hundió cuatro dedos tan de golpe en su humedecido coño, que la hizo saltar y morder desesperadamente el bocado. La folló un poco, lo justo para dejarla encendida y ansiosa…
Su Dueño enganchó la cadena a la argolla de plata de la cinta que tenia atada en el cuello y la ayudó a bajar del coche. Entraron a la Hacienda así; Él por delante tirando de la cadenita y ella detrás, atada, amordazada, sumisa, obediente y dócil, hasta llevarla a la mesa nupcial donde la hizo inclinarse…y levantándole el vestido, comenzó a azotarle las nalgas…
- “¿¿¿Pero qué estás haciendo animal??? ¡¡¡Esto es el colmo!!!”- gritó la voz de su madre…
- “¡¡Cállate mamá!!!”- le respondió totalmente excitada, fuera de sí, como en trance…- “¡¡Cállate…!!”
Su Amo deslizó la mano bajo sus bragas y tocó su coño que ya destilaba grandes cantidades de fluidos…Estaba tal y como a Él le gustaba: atada, amordazada, indefensa…y caliente como una perra…Sabía que podría hacer con ella lo que quisiera…
- “Creo que mi putita ya está preparada…”- le dijo al oído…
Y dejando caer sus bragas hasta los tobillos y ante la atónita mirada de amigos y familiares, se dispuso a usarla…
Dulce {Adriano}