viernes, 18 de febrero de 2011

La reunión



La estancia en la que entramos es elegante y parece confortable. Esta en penumbra y suena una música suave. El Amo extranjero está sentado en su trono y a su derecha su sumisa, que está arrodillada sobre una pequeña alfombra y tiene la mirada fija en el suelo.
Nuestro anfitrión nos  señala a la izquierda, donde hay otro trono exactamente igual al suyo  y a su lado, otra pequeña alfombra idéntica a la que su sumisa tiene bajo sus rodillas, y nos invita a mi Amo y a mí a ocuparlos.
El Amo extranjero y mi Amo tienen una pequeña conversación en su idioma, que no logro entender muy bien; el Amo extranjero asiente varias veces con la cabeza y la conversación concluye.
Mi Amo toma mi cara con ambas manos  y con voz firme pero dulce me dice:
-          “Perrita, el Amo extranjero y yo, hemos estado hablando de las condiciones…”
En mi mente se enciende una luz roja… (¿¿Condiciones?? ¿¿Qué condiciones??)
-          “Por favor…mi Amo…”
-          Shhhhhh…Calla perrita…Confía en mí…Él tiene claro que su polla no puede rozar el cuerpo de mi perra, porque ese cuerpo me pertenece. Esa es la condición que le he puesto y la ha aceptado…
Eso me tranquiliza un poco, aunque sigo estando tan tensa, que siento tirones en todos los músculos de mi cuerpo. Mi Amo acaricia mi cabeza, pero ni aun así consigo relajarme.
-          “Bien perrita, quítate la ropa y sígueme…”
Obedezco casi de forma automática. Pongo mi ropa sobre la alfombra y sigo a mi Amo dos pasos por detrás de Él, como Él me ha enseñado. Mientras tanto, el Amo extranjero hace lo mismo con su sumisa.
Mi Amo me lleva a una de las dos plataformas de madera que hay en el centro de la sala, mientras que la otra es inmediatamente ocupada por la otra sumisa, y me ordena permanecer a cuatro patas y en silencio. En mi cabeza, mis pensamientos se suceden tan rápido que siento vértigo… (Confío en ti mi Amo…Confío en ti mi Amo) me repito una y otra vez…
Mi Amo acerca su boca a mi oído y me susurra:
-          “Perrita mía…Esto no es más que otra prueba de obediencia…Otra muestra de que tu entrega a mí es total y absoluta…Te quiero mon amour, no lo olvides nunca…”
Y acto seguido cede su sitio al Amo extranjero….
El Amo extranjero me inspecciona, me toca. Tiene las manos grandes y frías. Acaricia mis nalgas y me ordena que me incline…Y me cuesta hacerlo; mi cuerpo es ahora como una viga de hierro, imposible de doblar. Pone su mano sobre mi cabeza y la empuja hacia abajo hasta pegar mi mejilla a la madera, quedando mis nalgas en alto. (Su polla no rozará tu cuerpo, perrita…) resuena en mi cabeza una y otra vez…
Un dolor punzante en mi coño me saca de golpe de mis pensamientos. El Amo extranjero ha metido sus dedos en mí, sin miramientos. No sé cuántos, solo sé que su rudeza y la tensión de mi cuerpo, hace que sea lo más doloroso que he sentido nunca. Estoy completamente seca y contraída, y el dolor hace que mi coño se cierre aun más…
Oigo unos tímidos gemidos de mujer que se van haciendo cada vez más fuertes y profundos. Miro a la sumisa que yace a mi lado…Cómo se deshace en un orgasmo mientras mi Amo acaricia su coño con Sus dedos…mientras su Amo destroza el mío con su rudeza.
El dolor que siento en mi alma es aún mayor que el que siento en mi coño y mis lágrimas caen por mis mejillas sin que las pueda contener. Cierro mis ojos rogando que ese infierno no dure mucho más, porque no sé cuánto tiempo más voy a poder soportarlo…


Siempre Tuya mi Amo…
Tu perra sumisa.

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