lunes, 23 de mayo de 2011

La silla de castigo

No sé cuánto tiempo llevo en la silla de castigo…
Mis brazos atados por encima de mi cabeza al poste principal están tan entumecidos, que parecerían no pertenecerme si no fuera por el dolor punzante que siento en los hombros.
Mi cabello húmedo se me pega a la cara. Me siento las mejillas encendidas. Jadeante, intento tomar aire en bocanadas rápidas y superficiales. Mi boca se asemeja a la de un pez sacado del agua.



Pequeñas gotas de sudor van resbalando por mi cuello y se deslizan entre mis pechos, para continuar su camino por mi vientre. Me duelen las ingles por la exagerada y obscena apertura de mis piernas y siento calambres en los muslos.
Mi coño recién corrido gotea en el suelo aumentando el pequeño charquito que ya existe, fruto de los orgasmos anteriores. En el suelo descansan  la fusta de mi Amo y los variados objetos que ha estado utilizando conmigo.
Tengo la boca seca. Le pido un poco de agua a mi Señor. Toma un sorbo de la pequeña botella que hay sobre la mesa y acercando Sus labios a los míos, deja caer el agua sobre mi boca sedienta. Introduce Su lengua en mi boca y el agua que acaba de darme, se desliza por la comisura de mis labios y gotea por mi barbilla.



Pinza mis pezones aun erectos, con Sus dedos. Los retuerce. Mis gemidos suenan amortiguados por su boca. Mis lágrimas se mezclan con mi sudor.
Saca Su lengua de mi boca y la desliza por mis pezones, aliviando el intenso dolor. Posa Su mano de nuevo en mi usado coño, lo acaricia. Le suplico con un hilo de voz casi imperceptible que pare, que ya no puedo más, que mi coño no soportaría un nuevo orgasmo sin romperse.
Hace caso omiso a mis súplicas. “Te correrás las veces que YO decida”, me dice. Estoy agotada, sé que no voy a poder…
Me clava Su polla sin miramientos. Su cuerpo choca contra el mío con violencia. La estancia vuelve a llenarse de jadeos, de suspiros, de gemidos, de Su voz recordándome lo que soy, lo que siempre seré.
Vuelvo a correrme sin remedio empapando los muslos de mi Amo, que sigue clavándose frenéticamente en mí hasta que Él también se derrama…
Me desata de la silla. Respiro con dificultad. Intento ponerme en pie pero las piernas me fallan. Caigo arrodillada a los pies de mi Dueño totalmente agotada. No puedo levantarme, no tengo fuerzas en los brazos ni en las piernas. Me tumbo en el suelo y cierro los ojos…
Acaricia mi cabeza. “Te has portado muy bien perrita. Ahora descansa”, me dice. “Voy a prepararte un baño caliente…”

Dulce {Adriano}

10 comentarios:

  1. Buenas tardes,
    ¿donde esta el límite?¿acaso tenemos limite para Ellos?

    aaaains...me puse tontorrona...jeje

    Un abrazote...y gracias por compartirlo...me encantó!

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  2. Solo mi Señor me hace llegar al límite y traspasarlo...

    Ainssss que caloressss...Voy a darme una duchita y vuelvo...

    Un beso y gracias a ti por leernos.

    Dulce{Adriano}

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  3. Dulce!!!!!!!
    Besitos de gotitas de agua!
    Muaksssssss!!!!!!

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  4. Muchas gracias Sweet por estar siempre ahí y por tus besitos de agua...

    Un abrazo muy muy grande.

    Dulce{Adriano}

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  5. que delicia de entrega dulce.
    que generosidad de tu Amo.

    que calor tengo!! :-)

    duir{AF}

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  6. Olá,

    conhecendo teu blog, gostando e seguindo-o.

    Quando nossas pernas não ficam de pé, é porque chegamos a exaustão do tesão.....

    Delícia!

    Aproveito para convida-la a conhecer meu novo blog

    www.tattourouge2.blogspot.com

    Será um prazer recebê-la.

    Beijos carinhosos,

    Tattourouge

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  7. Todo el mérito es de mi Señor duir{AF}.
    Él sabe sacar de mí todo, hasta lo que ignoro que poseo...
    Él inspira mis letras, aunque no consiguen expresar todo mi sentir...

    Muchas gracias por visitarnos y quedarte...

    Un abrazo.

    Dulce{Adriano}

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  8. Gracias a ti por tus palabras y por quedarte en nuestro pequeño rincón Tattourouge...

    Será un placer visitar vuestro blog.

    Un beso de viernes.

    Dulce{Adriano}

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  9. Las experiencias que voy leyendo en el blog son sorprendentes. Es impresionante lo bien que se conocen el Amo y su sumisa.
    Liz

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