domingo, 19 de junio de 2011

La boda


Se introdujo las bolas chinas metálicas, terminó de vestirse y se colocó cuidadosamente la tiara que coronaba su cabeza.
Se llevó una mano a su cuello desnudo; era la primera vez que se había quitado Su collar y se sentía extraña. Como desprotegida sin él. Arregló un poco los pliegues del vestido y se dispuso a salir.
Fuera la esperaba ya el coche adornado con hermosas flores y grandes lazos blancos, que la llevaría a su destino acompañada de su mejor amiga, cómplice y dama de honor…
-       “¿Llevas lo que te pedí?”- le preguntó antes de subir…

-       “Tranquila, aquí la tengo”- le contestó la chica mostrándole una bonita bolsa decorada…
Al llegar y aún dentro del coche, la chica sacó lo que llevaba dentro de la bolsa, que no era más que una larga cinta de raso blanca…
-       “¿Estás segura de que esto es lo que quieres…?

-       “Segurísima… Hazlo por favor…”- le dijo colocando ambos brazos estirados a su espalda…
Bajó del coche ayudada por su fiel cómplice y permaneció unos minutos a la entrada de la catedral oyendo el murmullo de los impacientes invitados, con las piernas temblando y el corazón galopándole en el pecho…
Y llenando sus pulmones con todo el aire del que pudo, se dispuso a entrar…

El Canon de Pachelbel empezó a sonar en cuanto comenzó a avanzar hacia el altar. Seguramente había sido cosa de Él…Sabía que le encantaba esa canción…
A medida que iba avanzando por el largo pasillo franqueado por emperifollados invitados al evento, el silencio se fue haciendo sepulcral. Seguramente causado por la visión de una novia que caminaba hacia el altar con los brazos atados a la espalda, la cabeza baja y la mirada fija en el suelo.

Al llegar al altar se arrodilló ante su Señor y besó Sus pies ante el asombro generalizado de amigos y familiares, y permaneció allí arrodillada hasta el final de la ceremonia…hasta que Su Señor puso en su cuello la cinta de terciopelo beige con argolla de plata que haría las veces de alianza de bodas y le colocó el bocado…
Una vez en el coche de camino hacia el ágape, su Señor le ordenó abrir las piernas y metiendo hábilmente la mano entre sus faldas, sacó cuidadosamente las bolas y hundió cuatro dedos tan de golpe en su humedecido coño, que la hizo saltar y morder desesperadamente el bocado. La folló un poco, lo justo para dejarla encendida y ansiosa…
Su Dueño enganchó la cadena a la argolla de plata de la cinta que tenia atada en el cuello y la ayudó a bajar del coche. Entraron a la Hacienda así; Él por delante tirando de la cadenita y ella detrás, atada, amordazada, sumisa, obediente y dócil, hasta llevarla a la mesa nupcial donde la hizo inclinarse…y levantándole el vestido, comenzó a azotarle las nalgas…

-       “¿¿¿Pero qué estás haciendo animal??? ¡¡¡Esto es el colmo!!!”- gritó la voz de su madre…

-       “¡¡Cállate mamá!!!”- le respondió totalmente excitada, fuera de sí, como en trance…- “¡¡Cállate…!!”
Su Amo deslizó la mano bajo sus bragas y tocó su coño que ya destilaba grandes cantidades de fluidos…Estaba tal y como a Él le gustaba: atada, amordazada, indefensa…y caliente como una perra…Sabía que podría hacer con ella lo que quisiera…
-       “Creo que mi putita ya está preparada…”- le dijo al oído…
Y dejando caer sus bragas hasta los tobillos y ante la atónita mirada de amigos y familiares, se dispuso a usarla…

Dulce {Adriano}

Auuuchhhh...!!!



…¿Se entiende ahora...por qué a las mujeres no nos gusta el futbol…?

Dulce {Adriano}

jueves, 16 de junio de 2011

Caperucita nalgas rojas

Un poco impulsada por la maravillosa versión del cuento de Blancanieves y los Siete enanitos que he leído en el blog de laprincesa {Celta}, y otro poco por aquello que mi Señor y yo sabemos, me he animado a escribir mi particular versión del cuento de Caperucita roja, a la que he llamado…
Caperucita nalgas rojas…

Erase una vez una bonita muchacha de piel blanca y larga cabellera roja…tan larga y tan roja, que parecía que llevara una larga capa con capucha, por lo que era conocida en el pueblo como “Caperucita roja”.
Caperucita vivía a las afueras del pueblo, en un gran dúplex que su mamá le sacó a su papá cuando se separaron. La casa de Caperucita daba por la parte trasera a un enorme bosque que tenía que atravesar cada viernes, para llevarle a su abuelita una cestita que recogía previamente de un sexshop cercano.



Como cada viernes, Caperucita recogió la cestita del sexshop…y como cada viernes, abrió la cestita y se guardó uno de los muchos objetos que contenía, el más grande, con la esperanza de que la abuelita se percatara de su travesura y volviera a azotarle las nalgas sobre sus robustas rodillas dejándoselas ardientes y rojas, como siempre hacía cuando se portaba mal…
Y con este pensamiento rondando su linda cabecita, las braguitas húmedas y la cestita en su mano, partió Caperucita hacia la casa de su abuelita a través del espeso bosque…Aun no había recorrido la mitad del camino, cuando de repente, delante de ella, apareció un lobo enorme que la miraba fijamente…

-       “¿Dónde vas tan sola por este peligroso bosque, preciosa…?”
La voz susurrante y profunda del lobo, la hizo estremecer…Las bragas de Caperucita recibieron una nueva oleada de sus fluidos…
-       “A la casa de mi abuelita a llevarle esta cestita…”- respondió tímidamente…
-       “Buena chica…”- le susurró el lobo sin dejar de mirarla a los ojos.
Al oír estas palabras, Caperucita tembló de tal forma, que se le cayó la cestita al suelo, por lo que tuvo que agacharse a recogerla.  
En este ademán, la faldita tableada que llevaba, dejó parte de sus blancas nalgas al descubierto y el lobo, además de alegrarse la vista,  pudo percibir el suave aroma a perra en celo que la dulce muchacha desprendía.
-       “Intuyo que estarás impaciente por llegar…”- le dijo el lobo – “…así que te mostraré un camino por el que llegarás mucho antes…”
El lobo le indicó el nuevo camino, Caperucita le dio las gracias y su número de móvil, y volvió a ponerse en marcha. Tan absorta iba en sus pensamientos sobre los azotes que recibiría de la abuelita y sobre aquel misterioso lobo que tanto la había excitado, que no se dió cuenta de que el camino que el lobo le había indicado, era más largo que el que hacía de costumbre…
Al fin llegó a la casa de la abuelita…pero cuando se disponía a llamar a la puerta, oyó unos extraños sonidos que provenían del interior de la casa. Totalmente asustada y con la respiración contenida, empujó la puerta…
Lo que allí encontró la dejó boquiabierta…


El  lobo se estaba comiendo a su abuelita…¡¡¡Y de qué forma…!!!
Notó entonces como sus bragas ya no podían contener sus jugos que le goteaban por los muslos…sintió unas desesperadas ganas de ser azotada y usada…y un profundo suspiro se escapó de su garganta…
-       “¿¿Qué horas son estas de llegar…??- le gritó su abuelita apartándose del lobo – “¡¡Perra desobediente…Voy a darte tu merecido!!” – le dijo mientras la tumbaba sobre sus piernas y le bajaba sus empapadas bragas hasta las rodillas…



Y allí, mientras la abuelita la azotaba una y otra vez, el lobo se encargó de ahogar sus gemidos, estallando de placer en su garganta…
…Y colorín colorado…las nalgas se le han quedado…

Dulce {Adriano}

miércoles, 15 de junio de 2011

Siempre...

Una sumisa…además de estar siempre húmeda para su Amo, en disposición absoluta para ser usada cuando, donde y como su Dueño quiera y de tener paciencia para esperar lo que tanto ansía…
…debe aparecer siempre apetecible y atractiva ante los ojos de su Señor…


…Siempre…

Dulce {Adriano}

lunes, 13 de junio de 2011

Una apacible tarde de lectura (II)

Cuando sonó el telefonillo automático, ya mi Amo me ha desatado de la silla y me ha ordenado ponerme a cuatro patas con las piernas abiertas, la frente pegada al suelo y las nalgas apuntando hacia la entrada de la habitación…



Y eso fue lo primero que se encontraron aquellas dos personas al entrar: mis nalgas ardientes, doloridas, marcadas y mis dos agujeros expuestos a sus miradas.
Nunca pensé que estar en esa posición en la que tantas veces había estado con mi Señor y de la que había disfrutado tanto, me resultara en ese momento tan tremendamente humillante…
Por entre mis piernas pude ver que se trataban de un hombre y una mujer, supuse que sumisos, porque se dirigían a mi Amo como “Señor”. Una mezcla de incertidumbre y temor por no saber lo que pasaba por la mente de mi Amo, comenzó a invadirme. Sabía que mi Señor estaba enormemente enfadado. Nunca lo había visto así…Nunca me había azotado así…
-       “Sácale los papeles del coño…” – le ordenó bruscamente al sumiso…
Sentí los dedos de aquel hombre entrando y saliendo de mi coño, hurgando sin ningún miramiento en mi interior, sacando la pasta grisácea en que se habían convertido aquellas hojas del libro al mezclarse con mis jugos, hundiendo los dedos cada vez más dentro de mí, con la misma brusquedad que  si desatascara una tubería…
-       “Tiene más papel dentro Señor, pero no me llegan los dedos…”

-       “Métele la mano y sácalos todos. Quiero su coño bien limpio…”
El pánico empezó a apoderarse de mí...¿¿La mano…??.
Mi primer instinto al sentir la punta de sus dedos, fue el de retirarme. Grave error...

De nuevo el cinturón de mi Señor volvió a azotar mis doloridas nalgas y entendí entonces que debía permanecer quieta pasara lo que pasara…
Sentí el dolor profundo de los nudillos de aquel hombre intentando abrirse paso entre mis tensas entrañas y sacando todo el resto de papel que quedaba dentro, llevándose consigo también cualquier atisbo de humedad que pudiera quedar.
-       “Creo que ya está Señor…”- concluyó el dueño de aquella mano al final de unos interminables minutos.

-       “Bien…ahora puedes follártela…”
¿¿Cómo…?? ¿¿No me había castigado suficiente ya...?? ¿¿No había pagado ya por lo que había hecho…??
Miré suplicante a mi Señor…pero enseguida desvió Su mirada hacia la sumisa que tenia arrodillada a Sus pies y a la que acariciaba suavemente el cabello.
Mientras la polla de aquel hombre profanaba dolorosamente mi reseco coño, mi Amo ordenó a la chica sentarse en el suelo delante de mí con las piernas abiertas...
-       “Lame su coño, puta…”- me dijo…

-       “Por favor mi Señor…no…”- le imploré con un hilo de voz…

Me agarró del cabello y hundió mi cara entre las piernas de la mujer que tenía delante apretándome contra su coño, que empecé a lamer tímidamente entre lágrimas, mientras ella jadeaba y se retorcía mojando mi cara con sus fluidos…
Pensé que había tocado fondo…que ya no había nada más humillante que me hiciera pagar el mal que le había hecho a mi Señor…
Pero me equivoqué…
Mientras aquel hombre destrozaba mi coño y clavaba sus dedos en mis castigadas nalgas y aquella chica se corría con mi cara entre sus piernas…mi Amo folló su boca…
Nunca deseé más en mi vida que mi Señor me hubiera tapado los ojos privándome de aquella visión que tenia a escasos centímetros de mi cara…
Cerré mis ojos…Y cuando los volví a abrir, vi deslizarse por la barbilla de la chica el semen de mi Dueño…

Dulce {Adriano}

domingo, 12 de junio de 2011

Quisiera...




Mi Señor…
Quisiera expresarte mi profundo arrepentimiento…Pedirte perdón por no saber controlar mis arrebatos, ahora que tengo las suficientes fuerzas para hacerlo…
Quisiera decirte, que mi único deseo es satisfacerte aunque la mayoría de las veces no lo consiga...Y que mi único anhelo es seguir a Tus pies…
Quisiera entregarte todas mis lágrimas, mis risas, mi placer y mi dolor, porque son Tuyos…Porque solo Tú mi Señor los haces brotar…
Quisiera demostrarte mi Dueño, que soy digna de llevar el collar que un día pusiste en mi cuello...
...Y que Te enorgullezcas de llamarme Tu esclava…

Te adoro mi Señor…
Dulce {Adriano}

miércoles, 8 de junio de 2011

Una apacible tarde de lectura (I)

Siempre he tenido una devoción reverencial por los libros. Para mí son un objeto de culto más allá de su valor material intrínseco. Me da igual que sean caros o baratos, lo que me atrae de ellos, como decía Borges, es que proporcionan una forma de felicidad. De felicidad y de placer.
Supongo que mi esclava no sabía nada de esto cuando ayer se atrevió a destrozar con unas tijeras un raro ejemplar comprado hace años en el Quai des Bouquinistes, junto al Sena, en Paris. Una rara edición bilingüe de Les Fleurs du Mal, de Baudelaire. Lo estuve releyendo toda la tarde, una tarde lluviosa y húmeda en la que sólo deseaba acomodarme en mi sillón  y disfrutar una vez más de la “espuma del odio” que destila ese poeta maldito. Una decisión que no debió hacerle mucha gracia a mi esclava.




Estuvo toda la tarde sentada a mis pies, acariciando mis piernas y lanzándome furtivas miradas que yo devolvía con una leve sonrisa o una caricia en su linda cabecita.
No podía imaginar lo que estaba tramando. El sueño acabó venciéndome y me dormí plácidamente mientras oía caer la lluvia y la serena respiración de mi esclava.
No sé cuánto tiempo permanecí dormido, puede que sólo media hora, tal vez más, pero el espectáculo que presencié al abrir los ojos me horrorizó…  El suelo estaba alfombrado con flores de papel que mi perrita se había dedicado a recortar de las páginas del libro. La miré con ojos desorbitados, mudo de ira, de hito en hito, y me devolvió una mirada picarona, traviesa y expectante… Todavía seguía sentada en el suelo, con las tijeras en la mano y una página a medio recortar…
.-“Señor, estas son las flores de mi mal…”, dijo con una media sonrisa y  un hilo de voz.
.-“Insensata!, ¿Sabes lo que has hecho?”.
No esperé una respuesta. Me levanté como un resorte preso de la ira y la arrastré por el cabello hasta un rincón de la estancia. Tumbé una silla en el suelo y até sus muñecas al respaldo, la dejé así, con el culo bien expuesto y su coño bien a la vista. Varias veces estuve a punto de azotarla pero me contuve. Nunca he castigado a mi perra en un ataque de ira. ¿Cómo puedes dominar a tu sumisa si eres incapaz de dominarte a ti mismo? Con esa idea en la cabeza la dejé allí sola y me fui a la cocina a prepararme un café, fumar un pitillo y calmar mis nervios.
Cuando volví  seguía en la misma posición. Movía su culo de un lado a otro en busca de algo que pudiera saciar el deseo creciente que invadía todo su cuerpo. No me inmuté.  Acerqué un sillón detrás de ella y me acomodé en la distancia justa para poder rozar sus orificios con la punta de mi zapato. La oí gemir tímidamente…
“¡Cállate puta!,-le grité-. Vas a arrepentirte toda tu puta vida de lo que has hecho”.
Cuando el cuero de mi Lotus empezó a empaparse me levanté, me puse delante de ella y acerqué el zapato a su boca.
“Limpialo, guarra. Mira como lo has dejado”.
Lo hizo meticulosamente. Su lengua se movía como una babosa lasciva por la fina piel del calzado y mi polla empezó a cobrar vida dentro de mis pantalones.
 Mi placer no había hecho más que comenzar. Cuando terminé de recoger todos los recortes de papel que había esparcido por el suelo, volví a sentarme y me dediqué a hacer bolitas de papel que iba introduciendo en su coño con parsimonia y precisión. Las empujaba hasta el fondo. Mis dedos entraban y salían de su coño sin miramientos y con cada embestida se limitaba a echar su cabeza hacia atrás con la boca abierta, los ojos cerrados y un silencio absoluto. Ella sabía que si emitía un gemido, le arrancaría la piel a tiras de las nalgas. Y eso es lo que hizo cuando cuándo la última bola de papel entró en su coño. Fue un leve grito, pero bastó para ponerme en pié y sacarme la correa.



“¡Te dije que guardaras silencio, zorra!. No voy a tolerarte una indisciplina más…” y descargué mi cinturón en sus nalgas con toda la fuerza de la que fui capaz. Una marca carmesí apareció al instante y continué azotándola hasta que me dolió la muñeca y las primeras ampollas despuntaron en su piel como burbujas sobre una lengua de lava.
“Si te ha dolido aún no sabes lo que te espera. Haré que mojes tus bragas cada vez que toques un libro…”.
Saqué el móvil, llamé a una pareja de sumisos que conocía y me senté tranquilamente a esperar que llegaran.
Mi perra seguía asimilando el dolor y una bola de papel deshecho por sus jugos se desprendió de su coño.

Adriano

martes, 7 de junio de 2011

Mientras lees



Mientras lees, Te observo atentamente...
Estás sentado en Tu sillón tranquilamente, ajeno a lo que pasa por mi cabeza en este momento.
Observo Tus manos sujetando el libro, Tus dedos pasando las páginas…y no puedo evitar sentir un deseo imperioso, inmenso y voraz de que esas manos azoten mis nalgas…
Podría acercarme a Ti, dócil, sumisa, y ofrecértelas por si deseas azotarlas. Pero no…
Mi deseo va más allá…Deseo ganármelo…Deseo provocarte… Deseo Tu ira…Deseo que Tú lo desees…Deseo hacerte gozar con mis gritos, con mis súplicas…Deseo pedirte perdón y prometerte que nunca más seré mala…
Mientras lees, mi mente vuela y mi sexo se moja y Tú, mi Señor, continúas sentado en Tu sillón tranquilamente, ajeno a lo que pasa por mi cabeza en este momento…

Dulce {Adriano}


domingo, 5 de junio de 2011

De velas y penitencias

-       “Ve a ponerte lo que te he dejado sobra la cama y vuelve…Vamos, date prisa, me apetece usar a mi perra...”
Lo que mi Señor me ha dejado sobre la cama es un corsé que me oprime la cintura y las costillas, dejando mis pechos al descubierto y elevados por la presión de la prenda. Por debajo queda justo por la mitad de la cadera, por lo que mi sexo queda también al descubierto y totalmente al alcance de mi Dueño.
Vuelvo rauda y veloz al lado de mi Amo, que ya me está esperando junto a una columna de madera que tiene varias argollas a distintas alturas. Me ordena pegarme al poste acercando mi espalda a él, y ata mis muñecas hacia atrás, a la altura de mis nalgas y rodeando el poste.
Lo primero que hace mi Señor, es meter dos dedos en mi coño, de golpe. Sonríe al encontrar el coño de Su perra justo como esperaba. Chapotea un poco en él. Mi respiración se agita. Sigue moviendo los dedos dentro con la habilidad de un pianista. Jadeo…Para de pronto. Los saca mojados de mis fluidos y me los acerca a la boca…
-       “Lámelos perra…”
Y eso hago…Lamo mis propios jugos de Sus dedos con el ansia de una perra sedienta…



Se aleja un momento; desaparece por una de las puertas y vuelve con una vela. “Hoy toca cera”, pienso…Pero no…no la enciende…La pone entre mis piernas y comienza a frotar mi coño con ella. Un nuevo coro de suspiros y jadeos impregna la estancia…
Mi Señor me agarra el cuello con Su otra mano y acerca Su boca a mi oído. Su aliento en mi nuca endurece mis pezones en milésimas de segundo. Sabe lo que eso me excita. Respira un poco en mi cuello antes de susurrarme…
-       “Te gusta, eh putita…?? Sé que estás deseando sentirla dentro…Te encantaría follártela, verdad??”
-       “Siiiiii mi Señor, por favor…”
Ni siquiera me da tiempo a terminar la frase. Mi Amo introduce la vela en mi coño hasta el fondo y comienza a moverla a un ritmo infernal, mientras sigue susurrándome al oído toda clase de improperios…
Y casi sin tiempo a reaccionar, me corro sin remedio…
…Y sin Su permiso…
Solo después de la brutal sacudida que recorre mi cuerpo, me doy cuenta de lo que he hecho…
-       “Lo…lo siento mi Señor…Lo siento…”
No dice nada…Deja caer la vela en el suelo y vuelve a alejarse, dejándome allí de pie y atada al poste de madera. No tarda en volver y lo hace con varias pinzas. Sé que va a castigarme por mi desobediencia…Lo sé…
Coloca dos mordiendo mis pezones. Pone Su mano entre mis piernas y acaricia mi clítoris, lo estira, lo presiona, juguetea con él…No entiendo nada, pero no tardo en volver a estar como una perra salida y a punto de estallar…Le pido permiso para correrme...
…Y es entonces cuando siento la mordedura de otra pinza en mi hinchado y sensible clítoris, que me produce un dolor sordo e intenso…insufrible…
Me suelta del poste y vuelve a atarme las muñecas a la espalda. El dolor de la pinza en mi coño me está matando…
-       “Arrodíllate puta…La frente en el suelo…Vamos, obedece …”



Mi Dueño se coloca tras de mí, enfilando Su polla entre mis nalgas. Ni siquiera la lubrica, ni siquiera me dilata…Me agarra del cabello haciéndome arquear la espalda y se clava en mi de una embestida tan brutal, que me hace gritar de dolor…Y continua haciéndolo hasta que se derrama dentro de mi…
Una vez se ha saciado, mi Señor me quita las pinzas, me desata y me seca las lágrimas que el intenso dolor me ha provocado…
-       “¿Has visto lo que les ocurre a las perras desobedientes?”
-       “Si mi Señor…”, le contesto sollozando…
-       “Pues espero que hayas aprendido la lección…”


He aprendido la lección, mi Señor.
Gracias por educarme y disciplinarme…
Dulce {Adriano}

viernes, 3 de junio de 2011

A ti...



Hoy mis palabras van dedicadas a ti…
A ti que nos acompañas desde el principio de nuestro camino…
A ti que a diario visitas nuestro pequeño rincón iluminándolo con tu alegría…
A ti que has luchado contra viento y marea por conseguir dejar tus palabras de aliento en nuestras confesiones…
A ti que nos has apoyado, animado y consolado siempre, aún cuando eras la que más apoyo y consuelo necesitabas…
Hoy mis palabras van dedicadas a ti Sweet…Por tu dulzura, por tu ternura, por tu alegría, por tu amistad…
Por favor, no cambies nunca…

Dulce {Adriano}

jueves, 2 de junio de 2011

Cuatro horas Contigo



¿Recuerdas, mi Señor, nuestro primer encuentro…?
Me habías dado órdenes precisas de cómo debía esperarte en la habitación de aquel hotel…de cómo querías encontrarme exactamente cuando llegaras…
Y así lo hice…
Te esperé tendida en la cama, bocabajo, con la cara hundida en la almohada…Desnuda, impaciente, inmóvil…Con el corazón galopándome en el pecho…
Hasta que al fin llegaste…E hiciste uso de Tu pertenencia como solo Tú podías hacerlo…Mezclando el dolor y el placer en su justa medida…Haciéndome estallar en lágrimas, súplicas y orgasmos infinitos…
Y cuando amainó la tormenta, nos abrazamos exhaustos y felices…Cómplices y amantes…Empapados de Ti y de mi, entre pañuelos de satén, mordazas y sábanas revueltas…
Fueron solo cuatro horas Contigo…Las más intensas y hermosas de toda mi vida…Cuatro horas Contigo en las que marcaste mi cuerpo y mi alma…
…Y me hiciste por siempre Tuya…

Dulce {Adriano}

miércoles, 1 de junio de 2011

P.U.T.A




Para complacerte, para ser usada a Tu antojo mi Señor, para ser follada…Cuando, donde y como quieras…
Una perra que se arrastra, que suplica por la polla de su Amo…Por sentirla, por gozarla y adorarla…
Tómame, Te pertenezco por entero y sin reservas…Tuya soy…Toda Tuya…
Azótame, átame, humíllame…Haz de mi lo que quieras…Arrástrame a Tu infierno y quémame en él…

Puta sí…Eso es lo que soy…Tu puta, mi Señor.
Dispuesta para Ti…Sumisa, expuesta, obediente, mojada…En celo permanente…

Dulce {Adriano}